sábado, 4 de julio de 2009


Era perfectamente consciente de lo que estaba haciendo. Si alguien me pillaba con las manos en la masa, me la iba a cargar. Aun así estaba decidida a hacerlo. A veces me preguntaba si los adultos piensan en las consecuencias de sus órdenes.
Por ejemplo, te prohíben llegar después de las doce. Pues tú, con todo la cabezonería del mundo, vas y llegas después. Que si te prohíben coger la moto, nada. Tú vas y coges la moto. ¿Es qué no se van a dar cuenta nunca de que vamos a hacer todo lo contrario a lo que nos digan? Los adolescentes somos así.

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