domingo, 25 de abril de 2010

Imprescindible.

Todavía nosé lo que voy a escribir. No es como otras veces que dices, hoy voy a hablar de tal cosa, me apetece escribir esto, me apetece quejarme de lo otro... Hoy no, hoy todo lo contrario. Después de una noche con amigas, alcohol y gente a tu alrededor, solo puedes levantarte de una manera: con resaca. Esa compañera inseparable del domingo por la mañana, que lo único que quieres es beber ocho litros de agua y/o vomitar. Yo llevo tiempo optando por lo primero, es más sano.
No me canso de decirlo, quiero irme a Londres ya. Quiero que se acabe esta pesadilla llamada bachillerato que a veces puede con mi optimismo. Maldito optimismo, se va cuando más lo necesitas.
Anoche me dormí entre los gritos de mi madre por haber llegado tarde 12 minutos. Es única. La oía, pero no la escuchaba. Lo único que si le escuché fue: maldita manía que tienes de pasar de todo. Si. Es mi manía preferida. Pasar de todo. Intentar de preocuparme solo por lo imprescindible. Con mi orgullo. Eso que nunca falte. A veces trae cosas buenas, y a veces todo lo contrario. Pero, entre otras muchas cosas, es lo que me hace ser diferente del resto de la humanidad. Porque a veces oímos, pero muy pocas escuchamos.

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