Pasan los días, cada vez más rápido, apenas hay tiempo ya de pensar ni de echarse atrás. Sólo me viene una pregunta a la cabeza, que cada vez me visita mas: ¿ servirá de algo? ¿ se verá recompensado tanto esfuerzo?. Hoy, ocho de septiembre de 2011, a las nueve y veinticinco de la noche y con los ojos como dos aceitunas de tanto llorar, digo que no. Bienvenido otra vez pesimismo, te echaba de menos. Es increíble como puedes estar rodeada de millones de personas y sentirte sola, completamente sola, sin poder hablar con nadie, sin poder contar aquellas cosas que tanto te atormentan, aquellas por las que no pegas ojo por las noches...
Todos los días Dios nos da un momento en que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. El instante mágico es el momento en que un sí o un no pueden cambiar toda nuestra existencia.
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